jueves, 1 de julio de 2010

"Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco"

Javier Sebastián, consiliario.

Con el verano recién estrenado, agradecemos a Dios lo mucho vivido durante este intenso curso, aquello que nos ha hecho crecer y madurar, y también las dinámicas que nos han obstaculizado el camino (pues todo cobra sentido a los ojos del Padre que nos quiere -"todo es para nuestro bien"-); también en esta etapa estival vivimos esa oportunidad cotidiana de encontrarnos con el Dios de la Vida, presente "en cada persona y en cada acontecimiento": ojalá que todos y todas podáis disfrutar de un tiempo de descanso, merecido, necesario, que ayude a reconstruir, a revitalizar (tenemos especialmente presentes a tantos que viven obligado descanso porque permanecen en situación de desempleo, también de desesperanza o desencanto; o a aquellos que, por estar en plena faena, no tendrán apenas respiro...).

Para muchos, estos días son de celebración de asambleas o encuentros de final de curso, ocasión para la revisión, para agradecer disponibilidades, para relanzarnos de cara al futuro y mejor gastarnos en la tarea evangelizadora.

En estos momentos intensos de la vida de los movimientos o en estos meses en los que podemos encontrar momentos para la reflexión ante el Señor, hallarán en nosotros especial eco estos versículos del capítulo 6 de Marcos (vv. 30 y ss): “Los apóstoles se reunieron en torno a Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él entonces les dijo: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco". Y es que eran tantos los que iban y venían, que no les quedaba tiempo ni para comer. Y se fueron en la barca, aparte, al desierto...". Y así es en tantas ocasiones: prisas, algarabía, presión, contrarreloj, y la vida que nos escapa entre los dedos, y nos sentimos incapaces de encararla con calidad, con lucidez, con otros ojos, con otra mirada, la de Jesús, la que podemos ofrecer desde el encuentro con Él: a ello se nos invita, a recordar lo vivido en este curso, los encuentros, los rostros, los procesos en marcha, lo que hemos de enterrar, lo llamado a rebrotar... pero desde la paz y el silencio que nacen del encuentro con Jesús. Urgidos por tantos apremios, podremos devolver una mirada compasiva (comprometida, solidaria, resuelta) a aquellos que nos la demandan si antes nos hemos "reinterpretado" desde el encuentro con el que nos envía, con Aquel que es origen de toda misión y entrega... Que abunden tiempos, momentos, oportunidades para rehacernos, para reencontrarnos, para re-Vivir...

Un abrazo en Jesús Obrero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario