miércoles, 13 de abril de 2011

ENTRAR EN LOS PLANES DE DIOS. Reflexión Semana Santa/Pascua.

Queridos amigos militantes de la AC:
Desde esta hoja informativa me gustaría animaros a vivir la Semana Santa y la Pascua con mucha intensidad.
Ya sabéis que la Pascua es el tiempo de la Iglesia, es el tiempo en que ella nace y todos nosotros los sentimos más vivos, si cabe, sentimos renacer nuestra fe y nuestra esperanza. Desde aquella primera “semana santa” todos los días son Pascua para los cristianos. Por eso cada año la liturgia nos invita a celebrar esos mismos acontecimientos, antesala de la Resurrección de Jesús, por quien tiene sentido todo lo que somos y hacemos. Lo importante será meternos “en la piel” del Maestro, que se somete en todo a los planes de su Padre Dios, y sacar de ahí alguna enseñanza para nuestra vida militante.
El Domingo de Ramos entramos con Jesús en Jerusalén para celebrar la Pascua. Todas las familias iban en peregrinación y se reunían en ese mismo lugar porque era donde estaba el Templo. Muchos peregrinos se encontrarán con familiares y amigos que les esperan después de un año. Van juntos a celebrar la Pascua. Se reunirán por familias en las casas. Repetirán palabras y gestos ancestrales que guardan todavía todo su significado y que permanecen en la memoria de los más ancianos.

Unas palabras y gestos que serán transmitidos a los pequeños de cada hogar, donde se renovará, ante cada mesa compartida, la alianza de amistad y esperanza en la liberación definitiva de Dios.
Una vez en Jerusalén, tiene lugar la celebración de la Pascua. En la noche del Jueves Santo, Jesús cena con sus discípulos y hace una Pascua nueva, la Pascua de la Vida. “Haced esto en memoria mía”.
El Viernes Santo, Jesús yace colgado de una cruz, signo de maldición convertido en signo de salvación. El relato de su pasión, que escucharemos en la celebración, es estremecedor. Cristo, solidario con la humanidad que sufre, que lo pasa mal, con toda persona humana sedienta de salvación, de sentido y felicidad plena, se anonada, se abaja, se humilla, hasta someterse a la muerte, “una muerte de cruz”.
Y por fin el Sábado, la gran noche, la gran Vigilia, la noche de la resurrección y de la vida; y el Domingo, la Pascua, el día del gozo y la alegría. Jesús ha resucitado. Nuestra vida tiene un sentido nuevo, profundo, auténtico. “Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Celebremos y gocemos con su salvación”.
Sin una mirada contemplativa guiada por la fe en el amor que Dios nos tiene, los hechos que celebramos se quedan en meros momentos del pasado, o en escenas de sufrimientos privados de sentido y de dimensión salvadora. Si no miramos con fe y con amor a este Jesús que se entrega por nosotros, no podremos comprender nada, no podremos entrar en los planes de Dios, ni entender por qué hizo lo que hizo Jesús. Que Dios nos llene el corazón del mismo amor con el que Jesús se entregó por nosotros, para que podamos manifestarlo a los que están cerca de nosotros todos los días del año.
Feliz Pascua de Resurrección.
Pedro Juan
Consiliario del Consejo Diocesano de AC

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